CIUDADANÍA ÉTICA EN LA SOCIEDAD ACTUAL
Marco Antonio Marrufo D’Agosto y
Alejandra Karina Méndez Padrón (2018)
RESUMEN
En Venezuela hablar de ciudadanía ética es una tarea difícil,
tratar de resumir las distintas posiciones ideológicas y filosóficas que
fundamentan la diversidad de posiciones en muchos temas referentes a la ética
de la vida nacional, Intentaré realizar una síntesis, en grandes líneas del
concepto de ciudadanía, particularmente de la ciudadanía social, y se enuncian
los valores y virtudes de la ética ciudadana. Se demuestra que la adopción de
la ética ciudadana como fundamentación de la ética profesional del Trabajo
Social haría posible la superación de las contradicciones descriptas.
Palabras claves: Venezuela, Ciudadanía
Ética, Ética de la Vida, Gerencia Pública.
ETHICAL CITIZENSHIP IN CURRENT SOCIETY
Marco Antonio Marrufo D’Agosto and
Alejandra Karina Méndez Padrón (2018)
SUMMARY
In
Venezuela, talking about ethical citizenship is a difficult task, trying to
summarize the different ideological and philosophical positions that underlie
the diversity of positions on many issues related to the ethics of national
life, I will try to make a synthesis, in broad lines of the concept of
citizenship, particularly of social citizenship, and the values and virtues
of citizen ethics are enunciated. It is demonstrated that the adoption of
citizen ethics as a basis for the professional ethics of Social Work would make
it possible to overcome the contradictions described.
Keywords: Venezuela, Citizenship
Ethics, Ethics of Life, Public Management.
INTRODUCCIÓN
Nuestro
país (Venezuela) pasa por momentos inéditos en su historia, un “Movimiento Revolucionario Bolivariano”
que usa como bandera el sueño de una patria justa y humana, donde la justicia
y la paz social sean el pilar fundamental de la existencia política, social, económica y cultural, ha desmontado
todo el aparato productivo de una nación rica y prospera, y no solo se fue el
dicho aparato, sino que se destruyó toda la estructura ética y moral de un país
referente en Latinoamérica de democracia, paz y libertad, hoy no queda casi
nada .
Pero
el reto de los que aquí hacemos vida y queremos un mejor país es recuperar esos
valores, resembrarlos, cuidarlos, cultivarlos y cosecharlos a futuro, no
podemos permitir más que predominen los antivalores, sobre todo en la clase
dirigente y gerencial del país y las empresas (Publicas y privadas) que tiene
la capacidad ejecutiva y poder de definir los destinos de los que en esta
patria hacemos vida.
Debemos
tener mano dura contra la corrupción, los vicios y la pereza, sin perder el
sentido de solidaridad, tolerancia y
de justicia en los ciudadanos para que asuman con ética de
respeto por
los demás la construcción de
una nueva sociedad plena
de libertad,
cuidadosa de las leyes y
amante de las buenas costumbres y la moral.
Es necesario retomar de una vez por todas y con sinceridad el ideal bolivariano
de que lo esencial de una república es su educación y de que la moral y
las luces son las necesidades primarias de un ciudadano.
A
continuación presentaremos nuestras consideraciones sobre el ciudadano ética y
sus alcances, la ética del profesional actual, los principios y
valores exigidos en los nuevos tiempos.
ÉTICA
"La ética, como una rama de la filosofía, está considerada como una ciencia normativa, porque se ocupa de las normas de la conducta humana, y para distinguirse de las ciencias formales, como las matemáticas y la lógica, y de las ciencias empíricas, como la química y la física. Las ciencias empíricas sociales, sin embargo, incluyendo la psicología, chocan en algunos puntos con los intereses de la ética ya que ambas
estudian la conducta social. Por ejemplo, las ciencias sociales a menudo
procuran determinar la relación entre principios éticos particulares y la
conducta social, e investigar las condiciones culturales que contribuyen a la
formación de esos principios".
Los filósofos han intentado determinar la bondad en la conducta
de acuerdo con dos principios fundamentales y han considerado algunos tipos de
conducta buenos en sí mismos o buenos porque se adaptan a un modelo moral concreto. El primero implica un valor final, deseable en sí mismo y no sólo como un medio para alcanzar
un fin. En la historia de la ética hay tres modelos de conducta principales, cada uno de los cuales ha
sido propuesto por varios grupos o individuos como el bien más elevado: la
felicidad o placer; el deber, la virtud o la obligación y la perfección, el más
completo desarrollo de las potencialidades humanas. Dependiendo del marco
social, la autoridad invocada para una buena conducta es la voluntad de
una deidad, el modelo de la naturaleza o el dominio de la razón. Cuando la voluntad de una deidad es la
autoridad, la obediencia a los mandamientos divinos o a los textos bíblicos
supone la pauta de conducta aceptada. Si el modelo de autoridad es la
naturaleza, la pauta es la conformidad con las cualidades atribuidas a la
naturaleza humana. Cuando rige la razón, se espera que la conducta moral
resulte del pensamiento racional.
CIUDADANÍA
Se define a ciudadanía como: condición social de un miembro nativo o
naturalizado de una ciudad o Estado. Posición de miembro de un Estado con
derechos y deberes definidos.
La teoría moderna de la ciudadanía, que surge con las publicaciones de
Thomas Paine, fue definida en Gran Bretaña por T.H. Marshall como una lucha
entre el sistema de clases sociales y los derechos de los
ciudadanos. El sistema de clases utiliza el mercado para conferir poder y ventajas sociales, y el resultado de la mercantilización del
estatus social es, típicamente, la desigualdad. La ciudadanía se relaciona
con el Estado para demandar derechos para sus miembros y, a cambio, el Estado le impone deberes como el servicio militar o el cumplimiento del derecho vigente. El
creciente poder de la ciudadanía se inicia con la inauguración de los derechos
fundamentales de hábeas corpus en el siglo XVIII y a continuación sigue con la
lenta difusión del sufragio político en el siglo XIX y la posterior extensión
de los derechos sociales a las pensiones, la sanidad y la educación ya en el siglo XX. Algunos opinan que
el sistema de clases y la ciudadanía están en pie de guerra y que el Estado de bienestar es su campo de batalla actual.
El concepto de ciudadanía, base y fundamento de la legitimidad
y la representación política aparece en la primera Constitución liberal
española de 1812, pero también se extendió por toda la América española, sirviendo de fundamento a los movimientos
de emancipación, que desembocaron en la independencia y la redacción de las constituciones liberales en los nuevos
países.
La ciudadanía es el resultado de las luchas y
reclamos políticos, étnicos, económicos y culturales ocurridos en contextos
históricos definidos. Expresa el vínculo entre el Estado, sus instituciones y
sus miembros. La ciudadanía conlleva la obligación de cumplir deberes
específicos, el respeto a las leyes establecidas y a la autoridad por parte de
los ciudadanos. Actualmente se vincula el concepto de ciudadanía con la
democracia participativa, puesto que los ciudadanos tienen que poner en
práctica todos los métodos de participación posibles para contribuir con el
logro de mejoras necesarias para su comunidad y en general para la nación a través de las instituciones del estado.
En relación a la ciudadanía en Venezuela, esta está plenamente garantizada por la constitución
nacional vigente y nuestro libertador expreso lo siguiente, "…penetraos
bien de que sois todos venezolanos, hijos de una misma patria, miembros de una
sociedad y ciudadanos de una misma República…".
La ética y la ciudadanía van de la mano,
puesto que la ética establece las normas de conducta que deben regir a los
ciudadanos de una región y ellos son los responsables de aplicar y cumplir con
ética las distintas reglas y normas que se establezcan para una determinada
región. Venezuela vive un proceso de transformaciones sociales donde la ética
de sus ciudadanos debe estar ajustada a los principios éticos bolivarianos,
pues la nueva constitución se fundamenta en la doctrina del Padre de la Patria,
así se lee en el artículo primero del titulo I "…La República Bolivariana de Venezuela es
irrevocablemente libre e independiente y fundamenta su patrimonio moral y sus valores de libertad, igualdad, justicia y paz internacional en la doctrina de Simón Bolívar…".
Partiendo del hecho ético de que los
ciudadanos deben conservar una conducta adecuada a las normas establecidas,
debemos aclarar que solo se puede cumplir aquello que se conoce, y lo primero
que toda persona debe conocer y hacer valer y respetar son los derechos
humanos, ya que de cada derecho se desprenden toda una serie de normas y leyes
que son las que determinan los principios éticos que rigen a una nación. En este sentido El Libertador nos da la pauta o norma sobre la que se
sustenta la nueva ética ciudadana de este nuevo país que nace; "…un
buen ciudadano debe siempre pensar con respecto así, lo que calcularía con
respecto a los demás…".
VALORES
Según La Real Academia Española, valor se refiere a la capacidad que tiene una persona para afrontar
peligros. La guía del profesor de la Editorial Océano, dice: conjunto de
cualidades o aptitudes que permiten elegir aquellos aspectos de la realidad que
son o parecen más óptimos para dar sentido a la existencia. Regulan, guían y
ordenan la vida de las personas. José Gregorio bello Porras los define
como: "… luces en las oscuridades de la existencia. Nos permiten ver
salidas en los laberintos. En las noches tenebrosas, donde nos sentimos y
estamos solos con nuestros pensamientos y nuestros dilemas, nos anuncian el
día, como el gallo convoca la aurora. Es decir, los valores son el fundamento, los pilares sobre los cuales se
construye la personalidad del individuo(a); se podría afirmar que
sin valores la sociedad no podría existir o por lo menos no como la que estamos
buscando.
ÉTICA
CIUDADANA
Etimológicamente la palabra ciudadano
proviene del latín civis-civitas. La ciudadanía es la condición que tienen las
personas como ciudadanos de un país y con ello obtiene una serie de derechos
civiles políticos y sociales, pero estos derechos no vienen solos, se acompañan
de una serie de deberes y responsabilidades para con la sociedad en la que
vive, tales como: respetar los bienes públicos, pagar impuestos, proteger el
medio ambiente, entre muchos otros deberes. La ética ciudadana nos da la idea
de que la ciudadanía la ejerce un tipo ideal de “buen ciudadano” y a las
competencias cívicas que éste debería tener. Ejerce la ciudadanía con ética
aquel ciudadano que respeta las normas de convivencia, participa activa y
responsablemente dentro de su sociedad, que es solidario, tolerante, aquel que
conoce sus deberes y los cumple.
Este tema adquiere un valor relevante para
nuestro propósito porque, tal como lo advierte A. Heller, habría indicaciones
de que "existe un ethos común o que éste se ha presentado de nuevo. Sin
embargo, este ethos común no es denso porque no pone en duda la autonomía o
relativa autonomía de las diversas esferas o subesferas de la vida. Sólo
prescribe que las normas específicas de las esferas y subesferas no deben
contradecir las metanormas de la Sittlichkeit. A esto llamaremos ethos
disgregado" (Heller y Feher, 1998: 216) La ética ciudadana vale para todo
miembro de la comunidad política: "De una manera un tanto aproximada, las
acciones pueden definirse como políticas cuando las personas actúan en calidad
de ciudadanos, y cuando se dirigen, o incidentalmente, movilizan, a otras
personas en su calidad de ciudadanos. Esto puede ocurrir de tres maneras
distintas. Primera, las personas pueden actuar en el seno de las organizaciones
políticas; segunda, las personas pueden transformar agravios privados en
cuestiones públicas; tercero, las personas pueden manejar o movilizar a otros
para que manejen asuntos sociales o privados recurriendo a las ideas políticas
universales o generales, a los derechos y normas democráticas" (Id: 219).
EL
FUNCIONARIO PÚBLICO Y SU TRABAJO SOCIAL
Este abordaje es relevante porque, siendo el
Trabajo Social una profesión pública al servicio de lo social, actúa en la
esfera política. Transforma mediante su intervención, los agravios privados de
los que son víctimas los co-sujetos -hambre, carencia de trabajo, de educación,
de salud, de justicia- en cuestiones políticas y los moviliza para que manejen
sus asuntos según los valores que atribuimos al ordenamiento político
democrático. Es pues en el ámbito de la ética ciudadana, que el profesional se
hermana y solidariza con los co-sujetos en la ciudadanía compartida.
Hemos de acudir también, decíamos, a los
paradigmas de las éticas utópicas. El juicio moral de cualquier venezolano o
latinoamericano como sujeto moral, le permite advertir que en nuestros países
no hemos logrado un ordenamiento político y social "moral". Las
instituciones políticas bastardeadas por defección de la representatividad, la
carencia o abuso de la autoridad, la competencia y superposición de los poderes
republicanos, la corrupción de las instituciones y los actores políticos, el
irrespeto de la legalidad en todos los niveles, ponen en cuestión la
legitimidad del orden político existente. Además, el lazo social se halla
fracturado por causa de la pobreza que sufre el cincuenta por ciento de la
población (o más), del desempleo, de la defección del Estado de bienestar y del
recurso al asistencialismo. No se exagera cuando se afirma que nuestro país se
enfrenta a una cuestión social de tal envergadura y gravedad que no nos permite
sentirnos miembros de una sociedad democrática sustantiva e incluyente.
La reflexión de algunos autores que hacen de
la ética un ejercicio crítico nos permitirá denunciar las situaciones presentes
desde los ideales universales que actúan como horizontes de posibilidad
señalando la incompletitud del presente. Roig exhorta a las morales filosóficas
a denunciar la eticidad vigente del egoísmo racional y, atendiendo al valor
universal de la dignidad humana, dar voz y conceptos a las morales emergentes
de los sujetos para que muestren sus carencias, expresen sus necesidades y
reclamen por su satisfacción (ROIG, 2000). Hinkelammert, al tiempo que denuncia
la esterilidad de las concepciones ideales de la ética nos intima a acudir a la
ética de la responsabilidad para asumir las consecuencias previstas y no
previstas de los consensos formales y a rebelarnos contra aquellos acuerdos
que, aunque hayan sido logrados de manera legal y procedimentalmente correcta,
acaban por impedir la conservación y el desarrollo de la vida humana, primer
principio legítimo de toda ética (Hinkelammert, 1993). Dussel invita al
compromiso con una ética crítica transformadora bajo el principio de liberación
que haga posible la "histórica emergencia de lo nuevo" (Dussel,
1998).
VALORES
Y VIRTUDES DE LA ÉTICA CIUDADANA
Todos los ciudadanos somos miembros plenos de
una comunidad política; en tanto tales somos sujetos de derechos individuales,
civiles, políticos y sociales. Una comunidad política debería pues poder
compartir algunos valores básicos universales. Siguiendo a Agnes Heller podrían
determinarse esos valores como sigue: la justicia es un valor intrínseco a las
instituciones, como la cosa común que es buena para todos porque la justicia es
el valor que posibilita el de la libertad y el de la vida. La igualdad, por su
parte, es un valor condicional porque permite la igualdad de oportunidades de
vida para todos y la igual libertad para todos. Finalmente, el valor de la
racionalidad comunicativa es un valor procedimental que permite la discusión
racional que una sociedad democrática se debe a sí misma sobre qué sea lo
justo. Como sujetos morales, podemos encarnar esos valores cívicos en nuestras
propias vidas como ciudadanos, conciliando así lo personal con lo público. A.
Heller enumera estas virtudes; se refiere a: la tolerancia radical, es decir,
el reconocimiento de todas las formas de vida y de todas las necesidades
humanas; la valentía cívica, entendida como la capacidad de alzar la voz por
una causa y por los que no pueden acceder a la palabra; la solidaridad activa
con los grupos más desfavorecidos que sufren alguna forma de violencia u
opresión - la indiferencia es también una violencia- por parte de las
instituciones; el juicio justo, valorativo pero objetivo y sereno; la
disponibilidad a la comunicación racional que nos obliga a exponer nuestros
argumentos y escuchar los de los demás y buscar acuerdos en torno a las normas
más justas; y la prudencia, es decir, el conocimiento crítico de las normas y
la aplicación de las mismas a los casos que se nos presentan y a las decisiones
que tomamos.
CONSTRUCCIÓN
DE CONVIVENCIA
La
formación ética y ciudadana aporta a que todas y todos los ciudadanos aprendan
de los aportes que la diversidad y la diferencia hacen a la construcción de la
democracia. También enseña sobre los mecanismos, los procesos y las estrategias
para sostener la convivencia, así como para configurar los sentidos morales que
le dan sentido a la interacción entre ciudadanos. El papel que juega la
participación ciudadana en asuntos de convivencia resulta ser fundamental para
posicionar en el escenario de lo público asuntos que, en ciertos momentos de la
vida cotidiana, corresponden más a las expresiones subjetivas de la vida
privada, pero que, para efectos de una mejor convivencia, son necesarios
explicitar en la vida pública como otras opciones de vivir, habitar y
representarse lo real: “Modifica actuaciones o comportamientos sociales
inadecuados. Comprende al otro desde su diferencia. Compromiso por su contexto
social y académico. Desarrollar parámetros de adaptaciones y sociales en un
contexto” (Joven hombre Universidad de La Salle).
La
formación política, ética y ciudadana contribuye a que las y los ciudadanos en
interacción configuren formas de cohesión social y de solidaridad básica que
los lleva a asociarse con los otros ciudadanos no solo por intereses
utilitaristas, sino también por aceptación y valoración moral de su diferencia,
lo cual resulta un aporte fundamental para generar nuevas formas de adaptación
y transformación social de los estereotipos y falsas creencias que se tienen
frente a aquellos ciudadanos de la periferia y, que por sus condiciones
sociales, cultuales, cognitivas, ideológicas, de género o identidad sexual, son
excluidos o catalogados como sujetos no gratos.
ÉTICA EN TIEMPOS DE CRISIS
En
un contexto de crisis como el actual se hace difícil, ciertamente, inculcar o
actuar con ética, resulta difícil por no decir imposible. ¿Cómo transmitir, por
ejemplo, el valor de la democracia si el gobierno elegido permite y hasta
exacerban «desigualdades insoportables» entre los ciudadanos? Si bien puede
admitirse que los tiempos actuales son especialmente dramáticos, es cierto
también que siempre que se habla de «educación en valores» o de «formación
ética y ciudadana» aparece el problema de la crisis. Y es que hablar de valores
es hablar de algo que no está presente de modo acabado en la realidad, es
reconocer la falta, la ausencia. Es, en suma, hablar de ideales. Reconocer la
crisis es advertir un desfasaje entre nuestros ideales y la realidad. La
democracia real no es como pensamos que debiera ser. Y aquí nos encontramos con
un problema sumamente delicado. Abordar temáticas propias de la formación ética
y ciudadana es sostener un delicado equilibrio. En efecto, esta formación no
puede ser equivalente a una transmisión de ideales abstractos, vacíos de
contenido, desvinculados por entero de la realidad que nos circunda. Pero
tampoco puede reducirse a un análisis y descripción de lo que pasa.
La
formación ética y ciudadana no es puro idealismo ni pura sociología. No puede
quedarse sólo en el plano prescriptivo ni tampoco sólo en el plano descriptivo.
Tiene que poder jugar con estos dos planos. Y esto puede lograrse si se concibe
a los ideales como realizables sólo en parte. Los ideales son, por definición,
irrealizables (desde un punto de vista absoluto). Pero no por eso son meras
ficciones. Sirven para analizar la realidad y para ver la distancia entre esa
realidad y esos ideales. Sirven para desafiar a los hechos, para actuar en pos
de un acercamiento progresivo al ideal planteado. Quienes conciben a los
ideales como plenamente realizables suelen caer en dos posturas igualmente
reprochables: o caen en la frustración, en el pesimismo y en la inmovilidad al
comprobar que no logran aquello que buscan, o sostienen una especie de
mesianismo según el cual el ideal debe ser realizado a toda costa («caiga quien
caiga»). La posición que consideramos correcta en el ámbito de la formación
ética y ciudadana es la de concebir al ideal como irrealizable pero como
regulador, guía y motor de nuestra acción.
ÉTICA GERENCIAL
Los comportamientos de los directivos de las
organizaciones (Públicas o privadas) suele ser señalados como un factor importante
para construir una cultura de ética. Es fácil entender cómo se puede motivar a
todo el personal a tomar decisiones y tener actitudes éticamente aceptables,
mediante políticas formales apoyadas y respetadas por los directivos. En organizaciones
donde existe un ambiente de respeto a los valores éticos, todos entienden que el logro de sus objetivos
no justifica utilizar medios éticamente objetables. En organizaciones donde la
política formal está enfocada solamente al logro de objetivos generales, sus
integrantes fácilmente se olvidan de los principios éticos. Esta visión
desanima al personal porque les origina un conflicto entre sus convicciones
morales y las exigencias del logro de metas impuestas por la organización.
El ambiente formal de la ética en es importante, no sólo porque motiva a los empleados a
comportarse éticamente, sino porque estos pueden apoyarse en una buena política
de la organización cuando desean hacer respetar sus propios valores. Se produce
el fenómeno de los "valores compartidos"; las personas desean
identificarse con su organización, necesitan confiar y creer en la institución
para la cual trabajan, puesto que contribuyen con su esfuerzo al éxito de ella.
Ese vínculo de valores compartidos es fundamental para todo lo demás, se pone
énfasis en la entidad en la que trabajan, con la que se identifican y que
merece la admiración de sus colaboradores, así como de la sociedad.
Lo
anterior debe hacer a sus dirigentes particularmente exigentes con la ética de
quienes integran los niveles superiores, ya que si su comportamiento es dudoso
pueden contaminar a las personas que dependen de ellos. Su integridad personal
es muy importante. La fortaleza de una institución es su ética interna, las
buenas relaciones de los directivos con sus colaboradores, lo cual requiere una
fuerte dosis de respeto mutuo que contribuya a la eficiencia del conjunto.
El otro
punto fuerte es la ética social, y particularmente la responsabilidad asumida
por la organización respecto de su entorno, lo que contribuye a su armonía con
los valores de la sociedad.
Las instituciones
que adoptan una cultura de ética en todas sus operaciones y de veracidad y
transparencia en su información financiera tienen una ventaja competitiva muy
importante: credibilidad y confianza pública, y la fidelidad de todos sus
colaboradores.
La
operación basada en la ética es el mejor modo de tener una entidad sólida y
perdurable; resulta benéfico a la larga e indispensable para construir una
institución sana y duradera. En suma, la ética produce beneficios.
COMPORTAMIENTO CIUDADANO
Los seres humanos vivimos dentro de una
estructura donde no podemos aislarnos, sino que debemos convivir con ellos en
un clima de Respeto Tolerancia, Participación y libertad. (Los VALORES están
presentes en toda sociedad humana.) El comportamiento correcto de los
ciudadanos genera una buena convivencia, les permite a las personas sentirse
más dueñas de su ciudad y crea un ambiente más centrado en el ser humano.
¿Qué Hacer? *Reconocer, respetar y
cuidar el espacio público. *Dar siempre paso al peatón, él tiene
prioridad. *Respetar a los vecinos, no hacer escándalos. *Dar
prioridad a los niños, a las mujeres embarazadas a los ancianos y a las
personas con discapacidad. *Disfrutar y cuidar los parques.
*Conocer y respetar las señales de tránsito. *Apagar el celular al entrar
a la iglesia y recintos cerrados. *Resolver los conflictos
pacíficamente. *No arrojar basura en la calle ni en lugares
públicos. *Llevar a los niños de la mano, en la calle y en los
lugares públicos. *Respetar los semáforos vehiculares y
peatonales. *No permitir que los menores de edad jueguen en la
calle. * No conducir un vehículo cuando se ha tomado licor. *Etc.
El comportamiento es un espejo en el
que cada uno muestra su imagen, los valores, normas y deberes que aprendemos
en el hogar, son una buena herramienta para la vida; todo ello emerge de
la educación que han recibido desde temprana edad, el ejemplo de vida, es
indudablemente el principal factor que influye en la conducta y comportamiento
de los ciudadanos, y este debe empezar por la educación en casa y ser reforzado
en la escuela.
Entre
más ciudadanos adopten buenos comportamientos, más atraerán a otras personas a
imitarlos y a seguirlos. Si miramos a nuestra ciudad por un momento, nos damos
cuenta que no es solo un conjunto de comercio, parques, edificios,
centros comerciales etc, es una ciudad donde añoramos, que las personas
restablezcan las sanas costumbres que se han venido perdiendo; actualmente Venezuela
es un país grande, donde todos los ciudadanos de carácter público y privado
deberíamos ser multiplicadores de los temas expuestos y de esta manera
tendríamos un país positivo con comportamiento ciudadano digno de imitar.
En
hogares donde se respira la armonía y amor entre los miembros de la familia,
será el abono perfecto para que nazca y florezca en el corazón de cada ser,
componentes de BUENOS CIUDADANOS, con normas Morales y Éticas, que nos enseñan
a cómo actuar correctamente en las responsabilidades de la vida.
ÉTICA CIUDADANA
EN LA VENEZUELA DEL SIGLO XXI
Uno de los problemas más sensibles que aqueja a la sociedad
en su conjunto es la debilidad en el carácter a la hora de actuar éticamente.
Hoy priman nuevos principios en prácticas o comportamientos sociales que
fragilizan la voluntad del ciudadano en su disposición de hacer las cosas bien,
debilitando de paso el concepto de autorresponsabilidad en actuaciones
cotidianas en el barrio, la convivencia, el trabajo, la familia o la sociedad.
Por todo lo que sucede en el país con la corrupción de los
jueces, el plagio en la escuela, los sobornos a la policía, los bajos
referentes espirituales y el fraude en el control fiscal, estamos en una
profundad crisis en lo que podríamos llamar “nuevas” éticas de ciudadanías
alteradas. Muchas de estas lógicas se profundizan por asuntos complejos como la
economía del mercado, la débil seguridad estatal, la poca empleabilidad, la
pérdida del valor de la palabra o por la diversidad en lo que sería un actuar
políticamente correcta en el ámbito personal, organizacional o colectivo. La
tensión radica en saber tomar buenas decisiones, en dignificar la condición
humana, respetar procesos y como dijo el papa Francisco no dejarnos robar la
esperanza. Estos planteamientos que parecen solo personales, son también
responsabilidad de nuestros gobernantes, empresarios, dirigentes o líderes
políticos al incentivar objetivamente mejores percepciones de futuro, más
oportunidades laborales, estimular la participación o fortalecer la estabilidad
económica.
Las altas presiones sociales o económicas que la gente vive
sin solución alguna provocan actuaciones equivocadas que terminan
lamentablemente en hurtos, muertes o prisión.
Las prácticas éticas de lo público, exige de los líderes
mejores formas de comunicar, prevalecer la defensa del bien común y establecer
políticas sobre cultura de la legalidad y de oportunidades meritorias. Así
mismo, se necesita ejercer autoridad a los comportamientos de algunos
ciudadanos inadaptados para evitar ejemplos negativos que al multiplicarse sin
control debilitan la ética colectiva de la misma ciudadanía. Ojalá el código de
policía no sea un canto a la bandera, puesto que se requiere comprender la
dimensión nociva de no actuar, decir o pensar en el otro, sin hacer el bien.
Hacer mayor pedagogización ciudadana desde programas de
sensibilización en responsabilidades y derechos ciudadanos son vitales, porque
la verdad sea dicha la sociedad permanentemente mueve los límites de lo que se
acepta como bien hecho o moralmente correcto. El lema es claro, hagamos todas
las cosas bien para fortalecer la ética ciudadana y sigamos las reglas de juego
limpio en los contextos donde circulamos y habitamos. Para ello, la forma como
se planea, diseña y razona en la prospectiva de las ciudades afecta
directamente la toma de decisiones éticas de sus ciudadanos y promueve sentidos
de pertenencia o vínculos más estrechos o distantes entre sus habitantes. Desde
la mirada Griega, la ética es el arte político de saber elegir, saber
referirse al otro, reconocerlo en su integralidad, y saber coexistir. En este
sentido, saber elegir a quien nos representaran en el congreso 2018 o dirigirá
la nación es un acto políticamente ético, más aún ahora que la mayoría de
candidatos politiqueros fingen ser buenos ciudadanos e inscribirse por
firmas.
Para los filósofos Platón y Aristóteles la ética es hacer
justicia, decir la verdad y actuar bien, principios olvidados por líderes
políticos y ciudadanía en general.
Transformar este universo de conductas enclavadas en el ser
requiere reconocer la crisis ética que hoy se vive. Esto es, repensar la
educación ciudadana, apostarle a proyectos sociales más asertivos para
población y reconocer los vínculos culturales, históricos y de referentes
morales instalados en la ciudadanía.
Recordemos, la gente hoy pide a gritos resignificar los
modelos educativos de apropiación y relacionamiento de los diferentes
comportamientos sociales que circulan diariamente.
La tarea educativa esta en profundizar la comprensión del
sentido ético de lo público, lo político, la democracia, lo
estatal, la inclusión, lo espiritual y de nuevos derechos humanos que exige la
ciudadanía en pleno siglo XXI.
VALORES DE UNA
CIUDADANÍA ÉTICA
Los valores expresan la conciencia que los seres humanos
se han ido formando de lo que es bueno y lo que es malo. Los valores básicos
(libertad, autonomía, igualdad, justicia, tolerancia, solidaridad, entre otros)
son universales, por eso han permanecido en la conciencia de la humanidad
durante siglos. Los valores son cualidades relacionales que nos ayudan a
establecer un puente entre las necesidades que tenemos y nuestra realidad.
Aunque los valores son universales, cada sociedad los concibe y asume de manera
específica, esto le da carácter de relatividad a los valores, sin perder el
carácter de universalidad.
La universalidad de los valores se explica en el
hecho de que los valores sean aceptados por todas las sociedades pero en la
práctica de estos valores intervienen diversas modalidades.
Los valores señalan un imperativo o un deber ser,
son propuestas de ideales a ser alcanzados; describe lo que los seres humanos
deben esforzarse por realizar.
Aunque los valores son definidos como ideales, los
mismos señalan un deber de realización, pues de nada serviría tener muchos
ideales en nuestro intelecto, si no lo podemos llevar a la práctica. Vivir de
acuerdo a los valores implica un esfuerzo continuo por parte de cada hombre y
cada mujer que quiere ser correcto. Se da una lucha constante, porque en la vida
cotidiana, en nuestras actividades, las relaciones sociales, las relaciones
familiares, nos enfrentamos a muchos antivalores: injusticia, falta de
solidaridad, violencia, falta de equidad, discriminación, etc. Con los cuales
tenemos que lidiar y hasta descubrirlos en nosotros mismos.
Los antivalores se dan en el día a día de nuestras
vidas, pueden estar presentes en todas nuestras relaciones. No siempre somos
solidarios con personas que nos necesitan, queremos, muchas veces imponer
nuestras opiniones por encima de la de los demás, porque es la manera en la que
nos sentimos importantes, muchas veces discriminamos a los demás, nos burlamos
de los demás, maltratamos a otros, engañamos a otros. Para vivir los valores se
requiere de educación y sensibilidad de tal manera que podamos estar a la
expectativa cuando en nuestros instintos humanos somos tentados a hacer algo
que lleva consigo un antivalor.
La
Etica Ciudadana nos educa para desarrollar valores para la vida en sociedad,
pues son estos los que nos facilitan la relación con otras personas y aumentan
el nivel de bienestar común. Algunos de esos valores son: la solidaridad, la
tolerancia, el respeto, la justicia, el diálogo, la equidad, la justicia, etc.
Sin embargo, contrapuestos a estos valores existen antivalores que dificultan
la vida de los seres humanos en sociedad, entre muchos otros, citamos: el
individualismo, el egoísmo, la intransigencia, la violencia, la intolerancia,
la competitividad, orgullo, racismo, etc. Estamos llamados a promover los valores
en nuestros relacionados, animándolos a reflexionar con una actitud crítica,
tomando decisiones y haciéndonos responsables de la consecuencia.
DEBATE ÉTICO CIUDADANO
Las
sociedades democráticas tienen el riesgo de vaciarse éticamente, de perder la
fuerza indispensable de unas concepciones sobre la vida humana y de unos
valores morales que inspiren, dinamicen y fortalezcan su vida y sus impulsos
hacia delante. Por eso, en una sociedad democrática tienen que existir grupos
sociales, religiosos y culturales que se ocupen de una irrigación espiritual y
ética de los ciudadanos, para que después estos transmitan al Estado el reflejo
de estas sensibilidades morales y exijan a los que aspiran al poder político o
lo ejercen, el respeto y la protección de esta savia espiritual sin la cual no
puede existir una sociedad libre ni una ciudadanía responsable. Como afirma
González de Cardedal, “la cultura, la ética y la religión son las tres fuentes
en las que tiene que beber la conciencia ciudadana. Desde ellas, la persona
humana mantendrá la conciencia de la propia dignidad y libertad sabiendo
defenderlas, y de su responsabilidad sabiéndola ejercer”.
En este
sentido, creo que en nuestra sociedad hay un déficit de reflexión y de debate
social, plural y respetuoso, realizado por aquellos grupos, sobre los temas de
alcance antropológico y ético, que evite el riesgo de excesiva politización y
confrontación. Se pasa deprisa y fácilmente de los resultados sociológicos
sobre una cuestión que hace falta regular, a su debate y aprobación en el
Parlamento. Está el peligro de gobernar sociológicamente, con criterios
prevalentes de aceptación o no aceptación de las encuestas. Aquella aportación
de los grupos y entidades culturales, religiosas y sociales ayudaría al debate
parlamentario, enriqueciéndolo con las reflexiones que ofrecerían los grupos
mencionados. Pienso que se tendría que realizar un mayor esfuerzo por
conseguirlo.
CONSIDERACIONES FINALES
Dado el momento de cambios que vive nuestro país se
hace urgente el que cada uno de nosotros asuma su compromiso con el país y
consigo mismo en pos de alcanzar una sociedad democrática donde participemos
todos y todas sin mas restricciones que las que impone la ley.
Pero en este proceso de cambios es necesario que
cada ciudadano y ciudadana revise su conducta y se comprometa en mejorar y en
luchar por que la nueva sociedad este sustentada en principios éticos
individuales y colectivos que fomenten la defensa y respeto de los derechos
esenciales del hombre.
Lamentablemente vivimos en una sociedad donde se
echan a un lado los valores y la integridad, por ello es indispensable que cada
uno de los seres humanos debe saber los valores que ha aprendido a lo largo de
su vida, para ponerlo en práctica en un momento determinado.
Es necesario normar las conductas ciudadanas en un
entorno donde las personas con un determinado fin común, deciden establecer un
conjunto de pautas de obligada observancia, a objeto de preservar su
honorabilidad, honradez y objetividad, entre otros.
El fenómeno moral es una creación exclusiva del
hombre. La posibilidad de disertar sobre normas, costumbres y formas de vida
que se presentan como obligatorias, son valiosas y orientan la actividad
humana.
Es necesaria una ética donde el centro no sea más
que la búsqueda del bienestar social no lograremos la tan anhelada paz social,
donde los derechos fundamentales del hombre aunque están contenidos en tratados
y en la Constitución, se hace urgente la promoción y defensa de los mismos y
sobre todo de que sean estudiados en las comunidades.
Creemos necesario exigir la formación integral de
los profesionales, especialmente en lo que se refiere a la ética y a los
valores, y a nivel gubernamental debemos profundizar en los valores
democráticos y en la importancia de que todos y todas participemos en la
consolidación de la democracia participativa y protagónica.
Por
último, creemos que urge la formación humana desde nuestras familias sobre la
base del amor al prójimo, puesto que solo con amor es que se pueden dar los
cambios que nuestro país necesita; es a través del amor que lograremos
tolerarnos y como nos pondremos de acuerdo. Así mismo es importante que todas
las personas conozcan el proyecto país que se plantea porque solo a través del
conocimiento se puede alcanzar la libertad.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
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2004.
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William: Carta de Ciudadanía. Biblioteca básica temática. CONAC. Caracas, 2004.
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Formación ciudadana: ¡Utopía Posible! Revista
Educación Y Pedagogía, 21 (53),
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